martes, 7 de septiembre de 2010

'Tinta de Sangre: Crónica de un asesinato'

La luz de la habitación es tenue, proviene de una pequeña lámpara de pie desde el rincón. Cada objeto se tiñe de un hermoso pero melancólico color caramelo, y nada hay, más que yo y mi pluma, que se mueva...
Estoy pensando, pensando en lo que veo en mi mente, pensando en esa voz solemne y suave; en esos ojos chocolates que brillan aún sin luz; en ese olor a almendras y miel que me enloquece; y en muchas otras cosas que me recuerdan las razones por las que vivo, y por las que deseo morir.
Sentí tu piel, tan cálida y fuerte, no podía resistirme, rocé tu mandíbula con mis labios, la piel de mi cuello ardía hasta casi ser insoportable; pero, en un acto de masoquismo, besé tus labios, los besé una y otra vez, tú no hacías más que acariciar mi cuello, mi espalda, y seguirme el juego con los besos. Tu ironía era palpable hasta en el aire, pero, ya lo dije, soy masoquista, no podía separarme de tus labios por más que lo deseara, y por más que supiera que tú no me querías, que sólo me usabas como una marioneta sin sentido, exacto, eso era yo, una triste y desconsolada marioneta. Sabía que no me amabas, sabía que no econtrabas en mí más que un objeto de consuelo y erótico placer; pero, tus besos me hacían querer ser la mujer más sucia de éste mundo; no me importaba ser usada, y mejor dicho, sabiendo que era para tí, lo aceptaría con mucho gusto, o al menos, hasta que durara. Luego de otro de tus jueguitos, recuerdo haberte preguntado si me amabas, sólo en un intento vago de calmar mi deseo, y tú, no hiciste más que darme un sucio beso sarcástico, y decirme que nunca me llegarías a amar, que había que ser un idiota para hacerlo. Quedé destrozada, de verdad que sí; pero a tí, como de costumbre, no te importó, te valió madres lo que yo dijera, pensara, sitiera; sólo valía para tíi el inútil placer de verme sufrir lento, de ver cómo moría de dolor cada vez que te preguntaba si me amabas, y tú respondías que no. Cada palabra que salía de tu mortífera boca perfecta; venía hacia mí cargada del más oscuro orgullo y del más sucio sarcasmo; ya no lo soportaba, ya era demasiado desprecio; aunque sabía que en parte, lo merecía, por ser tan idiota, y seguirte el juego. No quería que tu vida terminara en sus mejores momentos, pero lo hizo, terminó...
Lamento no haberte dicho lo mucho que te amaba cuando aún vivías, pero me era imposible, si tú nunca escuchabas; pero te lo digo ahora, aunque tal vea le hable a la nada: TE AMO. Tranquilo amado mío, tu cuerpo descansará donde nada ni nadie lo moleste; y no te preocupes, tomé algo de tí, algo importante, digamos, para que tu recuerdo persistiera en el tiempo, tomé algo que tú mismo ni pensaste que tomaría... Tal vez te preguntes por qué la tinta de esta carta es carmesí, pero, ¿cómo desperdiciar un objeto tan valioso? Sí, querido, tomé tu sangre para escribir una carta de despedida, que lamento, no recibirás en vida, que tonta soy, ¡debí dártelo antes!
Adiós amado mío, espero encontrarte de nuevo algún día; pero mientras tanto, te deseo una vida dulce, plena y perfecta; en el Infierno...
                                                                                                                          Marie C.

1 comentario:

  1. Haha! Esto NO FUE REAL gente! xD Fue sólo algo que me vino a la mente, y simplemente lo plasmé en una hoja ^^

    ResponderEliminar